Inmundo calor, los fantasmas del vaporwave y una vuelta al perro por el Microcentro en verano.
"Dicen que el hombre es el único imbécil que tropieza dos veces con la misma piedra, descalzo y sin remordimiento aparente, tan inteligente e idiota que pudiendo ver relámpagos resplandecientes en las Puertas de Tannhäuser prefiere hundirse obstinadamente en la insoportable levedad de lo anodino, empeñado en diluir lo interesante de todo hasta transformarlo en algo triste e insípido pero fácilmente degradable por los entumecidos tejidos de la reflexión."
Cierro el editor de texto y me debato entre abrir Steam o Netflix… gana Steam. Que onda con el vaporwave? digo, steam es vapor de agua. Leí hace poco algo muy interesante sobre este concepto lejanamente familiar que me hizo prestarle más atención... sus fantasmas. Los espíritus del vaporwave volviendo en iteraciones confusas, recorriendo pasillos de centros comerciales vacíos y publicidades de Sprayette, voces susurrantes en las máquinas, jóvenes almas precoces nacidas de conceptos de consumo que fueron atropelladas por sus propios hijos y abandonadas para siempre. Necesito reafirmar esa sensación, voy a YouTube y busco una vez mas la escalinata arco iris de sunsetcorp, esa perfecta abstracción que lo resume todo. Con ese loop de fondo vuelvo a mi biblioteca de Steam y recorro la lista de juegos... ¿Qué es lo más vaporwave que tengo?
Acá no hay vaporwave, solo los restos de sus fantasmas que han sido humillados, abusados y embalsamados para ser mostrados en vidrieras, o volviendo en forma de fichas... la nostalgia desollada y transformada en tapados de armiño. La nostalgia capitalizada, y se ve que yo he mordido ese anzuelo a juzgar por la cantidad de títulos estilo "retro" que hay en mi lista, algunos muy buenos por cierto, pero los fantasmas que busco no están allí, solo sus cadáveres maquillados. Salgo de Steam y me pongo a instalar el Star Trek TNG Final Unity en DOSbox y allí, finalmente, se me presentan en todo su esplendor, brotando de ese maravilloso y elegante menú de instalación, los tan anhelados espectros del vaporwave en inmaculados gráficos SVGA. No necesito jugar mucho ya obtuve lo que quería.
Me sacudo el ectoplasma y vuelvo a la realidad, verano, ola de calor en la capital, ventilación cruzada, hojas verdes sacudiéndose en el patio interno. Escucho voces al lado, es gente que habla nimiedades despreocupadamente... o acaso es alguien que estará viendo una película de Lucrecia Martel, es indistinto. El ventilador gira sin estar enchufado, la corriente de aire intermitente que atraviesa la habitación lo hace girar y me refresca de a ratos, casi satisfactoriamente ¿Hace cuanto que no salgo al exterior? varios días, en esta época la ciudad me sofoca, la humedad, el vapor, todo ese cemento caliente. Dejo la computadora y camino hacia el baño, miro mi triste figura en el espejo, los cuarenta me llegaron como trompada en los dientes, en estos últimos cinco años no hice más que morir de a poco, lo sé porque la muerte comienza a dar indicios de que ya estás en su lista negra, dolores articulatorios, presbicia, lumbalgia, ocasionales deposiciones con sangre y esto recién empieza ja!... A veces disfruto de estar deprimido, hoy no.
Me echo algo de ropa encima y salgo al exterior, a caminar. El Microcentro, con esa arquitectura por tramos tan maravillosa y por tramos tan inmunda, a un punto tal que dan ganas de moler a golpes al arquitecto responsable con una media cargada de bulones, me agobia, los chicles pegados en la vereda se ablandan, piso uno y se me pega en la suela, me cago en la mierda, esquivo un sorete de perro. Un grupo de turistas saca fotos a un hermoso edificio antiguo, remeras con aureolas oscuras en los sobacos, que ganas de venir a pasarse de calor en esta época. Recuerdo que en esta esquina, por la que paso frecuentemente, y por la que ahora transito, acribillamos hace mucho a una chica con globos de agua. Eramos niños y ella en sus veinte iba a trabajar y nos había pedido que no lo hiciéramos, que no la mojáramos, lo hicimos igual y se fue empapada al trabajo aunque no se enojó, simplemente nos sonrió y siguió su camino. Que pendejos aborrecidos ojalá alguien nos hubiera zurrado unos buenos cintazos en el culo para que aprendiéramos. Camino un rato más.
La caminata me mejora un poco el ánimo, paso por unos porrones al chino de proximidad y retorno a mi morada, la de siempre. Me siento nuevamente frente al ordenador, abro el DOSbox y tipeo: STTNG. Los espectros vuelven, me abrazan, me acompañan, escucho la voz enlatada del capitán Picard, algo sucedió en una estación espacial y debemos prestar asistencia, es una emergencia. Le echamos carbón al Enterprise, warp nueve, que es como decir quinta a fondo. Llegamos, envío un away party: Riker, Jordi, Worf y la Dra Crusher. Doy directivas a mi equipo de oficiales mientras sorbo de esos frescos porrones, Riker descubre algo interesante. El calor no cede pero ya me siento mejor.